30 de mayo de 2008

El viaje según Julio Verne

En el momento de nuestra partida, el cielo estaba cubierto pero sereno. No eran de temer ni sofocantes calores ni lluvias desastrosas. Un tiempo para turistas.

El placer de montar a caballo a través de un país desconocido me hizo transigir un poco con el comienzo de la aventura. Gozaba de la felicidad del excursionista, hecha de deseos y de libertad. Empezaba a adaptarme a la situación.

-Por lo demás, me decía, ¿qué es lo que arriesgo? Viajar por un curioso país, escalar una montaña interesante y, en el peor de los casos, descender al fondo de un cráter apagado… Porque es evidente que nuestro Saknussemm no hizo otra cosa. En cuanto a la existencia de una galería que llega al centro de la Tierra.., ¡pura imaginación! ¡Estricta imposibilidad! Saquemos, pues, partido de lo bueno que ofrezca la expedición.

En este punto de mis reflexiones me hallaba cuando abandonamos Reykjavik.

Viaje al centro de la Tierra/ Julio Verne

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