12 de abril de 2014

El club de lectura virtual lee...



El primer hombre es una novela autobiográfica del escritor argelino-francés Albert Camus. Esta novela, cuyo título original es Le Premier Homme, fue su última obra, ya que la muerte le sobrevino cuando estaba escribiéndola.
Albert Camus, el 4 de enero de 1960, sufre un trágico accidente automovilístico en las cercanías de París. Dentro de su automóvil llevaba un maletín negro, el cual fue encontrado en las cercanías del árbol donde se estrelló su auto. En el maletín junto a algunos objetos personales como unas cartas, su pasaporte y su diario, encontraron un manuscrito de 144 páginas difíciles de descifrar, por la falta de puntuación y la escritura rápida de Camus. El hallazgo no sólo significó el valor de una gran obra inconclusa, sino también lo último escrito por Albert Camus, quien falleció en el accidente.
Este hecho fue todo lo que se supo de la obra durante 34 años. En 1995 fue publicada gracias a que su hija facilitó el manuscrito para su edición.


Albert Camus, el primer hombre… el hombre solo frente al mundo, como axioma henchido de una innata rebeldía a la hora de afrontar la vida, sólo aminorada por su sempiterna generosidad hacia los más desfavorecidos. Y también el sol, el mar, la arena de las playas de Argel… y la luz, como los mejores regalos a la hora de desprenderse de la miseria, la pobreza y el olvido que le acogieron en su nacimiento… y más tarde la soledad; la soledad del hombre solo frente al mundo; una soledad vigilada por la férrea batuta de una abuela autoritaria y una madre fiel, sorda y analfabeta, a la que al cabo de poco más de un año de vida habría que unir la muerte del padre en la Primera Guerra Mundial. ¿Alguien da más? Camus lo tenía todo en contra cuando nació, pero su alegría, su inteligencia, la curiosidad que experimentaba ante cada experiencia vital y sus ganas de vivir lo cambiaron todo… Todo menos una arista, la del hombre solo frente al mundo. Esa soledad impregnada de rebeldía era la que le acogía antes de su muerte. Cansado de batallar, contra todo y contra todos, se retiró al campo (desde donde volvía a París el día de su muerte en accidente de tráfico) para reencontrarse con aquel primer hombre que un día nació en su lejana y amada Argelia. Un episodio que relata magistralmente en el inicio de su novela El primer hombre, en la que se encontraba trabajando cuando el destino y el absurdo se dieron la mano para convertirlo en una leyenda. Ángel Silvelo Gabriel en: http://canal-literatura.com/blog/blog-literatura/albert-camus-el-primer-hombre-cumple-su-centenario-como-el-hombre-solo-frente-al-mundo/ 


Ese hombre del título sería el padre del niño Jacques Cormery, protagonista de esta historia. Pero de este padre emigrante, que murió en el frente durante la primera guerra mundial y que se había casado con una menorquina analfabeta y casi muda con la que apenas dispuso del tiempo necesario para tener dos hijos, poco se sabrá. Los pobres no tienen historia, o tan sólo aquella que les otorgan las guerras y las revoluciones. El verdadero primer hombre es el hijo : sin padre, educado en un miserable barrio periférico de Argel por una abuela autoritaria, que le inflige castigos corporales ante una madre impotente, exhausta por su trabajo «en casas ajenas», ¿cómo y por qué caminos llegó ese niño indigente a convertirse en Premio Nobel de Literatura ? El caso es que esta novela, que narra cómo ese niño va haciéndose lentamente, construyéndose a sí mismo, tan diferente de lo que cabría esperar de él por sus orígenes, se nos aparece como la historia de la propia niñez de Albert Camus.

Para saber más…: Albert Camus: autorretrato del hombre que buscaba la felicidad en El País (7-11-2013): http://cultura.elpais.com/cultura/2013/11/06/actualidad/1383735115_988430.html

10 comentarios:

R dijo...

Inicio con atenta curiosidad la relectura de El primer hombre…

Cementerio de Saint Brieuc, Jacques Carmery, sosias de Camus, desde sus 40 años constata, turbado, que su padre muere con 29 años, y escribe: “Pero en el extraño vértigo de ese momento, la estatua que todo hombre termina por erigir y endurecer al fuego de los años para vaciarse en ella y esperar el desmoronamiento final, se resquebrajaba rápidamente, se derrumbaba. El viajero no era más que ese corazón angustiado, ávido de vivir, en rebeldía contra el orden mortal del mundo, que lo había acompañado durante cuarenta años y que latía siempre con la misma fuerza contra el muro que lo separaba del secreto de toda la vida, queriendo ir más lejos, más allá, y saber, saber antes de morir, saber por fin para ser, una sola vez, un solo segundo, pero para siempre.”

(Vuelvo a mimetizarme en las palabras del viajero).

Algunas páginas después, en una memorable conversación con Victor Malan, trasunto de su viejo maestro y mentor Louis Germain, los dos descubren-esconden su relación de “padre” e “hijo”.

El capítulo se cierra con lo que para muchos recoge la esencialidad del pensamiento camusiano y que él, como buen amante de la vida, califica como “absurdismo” (pesimista constructivo, abundaría yo) frente a los que deseaban anclarle en las filas del existencialismo doctrinal.

Pero entremos en el diálogo:
“A los 65 años, cada año es una prórroga. Quisiera morirme tranquilo, y morirse es aterrador. No he hecho nada.”, dice Malan.

Carmery responde: “Hay seres que justifican el mundo, que ayudan a vivir con su sola presencia.

“-Sí, y se mueren.”, concluye Malan.

“Guardaron silencio y el viento sopló con un poco más de fuerza alrededor de la casa.”

¡Salud amig@s!, y fecunda lectura al amparo de esta "luz argelina" que se nos ofrece generosamente dentro y fuera del libro ;)

Carlos de Dios dijo...

Bonjour!! Ayer me hice con el libro,Gracias por cierto por proporcionárnoslo a los del grupo de lectura!!

Parece absolutamente diferente de lo que hemos leído,en mi caso el primer libro que leo de Albert Camus...que según leo en la introducción fue publicado posterior a su muerte.

Así que nos sumergimos en el mundo argelino:-)

...ya tenemos que leer durante la Semana Santa!! felices vacaciones (a los que las tengan!!)

Rafael dijo...

Avanzo en la lectura del libro y constato que el autor conoce nuestra única patria: “por fin podía dormir y volver a la infancia, de la que nunca se había curado, a ese secreto de luz, de cálida pobreza que lo había ayudado a vivir y a vencerlo todo. “.

Y por si hubiera dudas, da fe de esa revelación: “Reinaban sobre la vida y sobre el mar, y lo más fastuoso que puede dar el mundo lo recibían y gastaban sin medida, como señores seguros de sus riquezas irremplazables.”.

De igual modo le ocurre en la escuela, descubriéndose por primera vez como persona: “En la clase del señor Germain, sentía por primera vez que existían y que eran objeto de la más alta consideración: se les juzgaba dignos de descubrir el mundo.”.

Y encontrando para siempre, en aquel humilde espacio, el poder de las historias: “[…] habiendo llegado al término del libro, el señor Bernard leyó con voz más sorda la muerte de D., cuando cerró el libro en silencio, confrontando con su emoción y sus recuerdos para alzar después los ojos hacia la clase sumida en el estupor y el silencio, vio a Jacques en la primera fila que lo miraba fijo, la cara bañada en lágrimas, sacudida por sollozos interminables, que parecían no cesar nunca.[…]
-Toma –dijo-, es para ti.
Jacques recibió un libro forrado con papel de estraza y sin nada escrito en la cubierta […]
-No, no –dijo-, es… -Quiso decir: 'Es demasiado bello'. No encontraba las palabras.
El señor Bernard meneó su vieja cabeza.
-El último día lloraste, ¿te acuerdas? Desde ese día, el libro es tuyo. –Y se volvió para esconder sus ojos súbitamente enrojecidos.”.

Feliz resurrección de las palabras, amig@s

Anónimo dijo...

Con mucha naturalidad combina Camus los recuerdos de su infancia con su filosofía de la vida en general y del ser humano en particular.
Con una extraordinaria narrativa a través de la cual somos capaces estar viendo Argel también somos capaces de comprender al ser humano desde nosotros mismos, y desde aquí encontrar la felicidad.

Mara

Felicidad dijo...

Hola a todos y todas!!

Pero, ¿qué nos pasa?. Estamos muy calladitos, ¿alguna razón?, ¿no os gusta el libro, os parece largo, difícil, no ha habido tiempo entre tanta vación y días de asueto...?
Tenemos aún toda la semana para avanzar con la lectura y para disfrutar de este canto a la escuela, al maestro, a la lectura, a los reencuentros, al silencio, a las normas estrictas de la abuela y del maestro...
“Con el señor Bernard la clase era siempre interesante por la sencilla razón de que él amaba apasionadamente su trabajo …. El método del señor Bernard consistía en no aflojar en materia de conducta y por el contrario dar a su enseñanza un tono viviente y divertido. Siempre sabía sacar del armario, en el momento oportuno, los tesorros de la colección de minerales, el herbario, las mariposas y los insectos disecados, los mapas o …. que despertaban el interés languideciente de sus alumnos. Era el único de la escuela que había conseguido una linterna mágica y dos veces por mes hacía proyecciones sobre temas de historia natural o de geografía”.

Carlos de Dios dijo...

Hola!! lo siento ,viajes, falta de concentración,hasta se me olvidó renovar el libro...un caos con tanta festividad de por medio...pero también he de decir que no me resultaba fácil de leer.Saludos!!
Carlos

Anónimo dijo...

Un apunte rápido si que quería decir con respecto al volver a nuestros orígenes, el volver al sitio dónde hemos pasado la infancia,recuerdos, añoranzas,aún no habiendo conocido a tú padre,querer saber como era,la influencia de la abuela, el apego a la madre, al tio...en realidad,la infancia nos marca el desarrollo emocional en la vida y es algo que de alguna manera relata el libro y me quedo con ese detalle:-)

Carlos

Rafael dijo...

Hola de nuevo a tod@s.
No me gustaría abandonar esta lectura sin compartir con vosotros estos párrafos del libro que me han llamado la atención.

El primero se refiere a las sensaciones que despertaba en los adolescentes protagonistas el hecho (hoy habitual) de poder entrar en una BIBLIOTECA:
“Lo que contuvieran esos libros, en el fondo poco importaba. Lo que importaba era lo que sentían ante todo al entrar en la biblioteca, donde no veían las paredes de libros negros sino un espacio y unos horizontes múltiples que, no bien pasada la puerta, los arrancaban de la vida estrecha del barrio.”.

El que sigue, muy hermoso desde mi punto de vista, recoge de forma muy acertada (estoy seguro que los lectores lo sentiremos así) la vinculación del protagonista con el ACTO DE LEER:
“Cada libro, además, tenía un olor particular […] Y cada uno de esos olores, aun antes de que empezara la lectura, arrebataba a Jacques a otro universo […] que empezaba a oscurecer la habitación donde se encontraba, a suprimir el barrio mismo y sus ruidos, la ciudad y el mundo entero, que desaparecía totalmente no bien empezada la lectura con una avidez loca […] ”.

Y el tercero* y último, la curiosidad, el deseo, la subyugación que puede entrañar para una persona la CONTEMPLACIÓN DE LA ACTIVIDAD LECTORA (¡atención padres y madres!:
“A veces su madre se acercaba antes de ir a sentarse a su rincón.
-Es la biblioteca –decía-. Pronunciaba mal esa palabra que oía de la boca de su hijo y que no le decía nada, pero reconocía la cubierta de los libros.
-Sí –decía Jacques sin levantar la cabeza.
Catherine Cormery se inclinaba por encima de su hombro. Miraba el doble rectángulo bajo la luz, la ordenación regular de las líneas; también ella respiraba el olor y a veces pasaba por la página sus dedos entumecidos y arrugados por el agua del lavado como si tratara de conocer mejor lo que era un libro, de acercarse un poco más a esos signos misteriosos, incomprensibles para ella, pero en los que hijo encontraba, con tanta frecuencia y durante horas, una vida que le era desconocida y de la que volvía con una mirada que posaba en ella como si fuera una extranjera.”.

(*) La “lectura” que me sugiere el analfabetismo de la madre (en mi caso como metáfora), me hace pensar de nuevo en el “estrañamiento” que supone a veces la lectura. El final de texto creo que lo pone de manifiesto con una claridad meridiana: “… una vida [la de la lectura] que le era desconocida y de la que volvía con una mirada que posaba en ella como si fuera una extranjera.”

Saludos en este sábado cargado de luz.

Rafael dijo...

Me resulta extraño ver escrito "estrañamiento" cuando quise decir "extrañamiento".
Disculpas por la errata :)

Felicidad dijo...

Hola a todas y todos,

¿Se nota que estamos en campaña electoral y que ya una habla como no quisiera? En fin...

Bueno vamos al tema que nos ocupa por estos lares, que no es otro que comentar nuestra lectura. La escrita por un hombre que poco antes de morir en un accidente de tráfico declaró: "No conozco nada más idiota que morir en un accidente de automóvil". El mismo que le envia una carta a su primer profesor y mentor, Luis Germain, nada mas haber recibido el premio Nobel, al que le está eternamente agradecido.

Sin considerar tanto la gran riqueza narrativa que la obra tiene por si misma, me quedo con todos los recuerdos con los que en algún momento yo también me he sentido identificada, por ejemplo con el mi primera maestra en aquella escuela de pueblo. Añoranza y recuerdos de un adulto hecho a si mismo, sin la figura del padre y con una madre desdibujada por una autoritaria abuela, que trata recuperar al niño que fue y de repente dejó de ser, al que le arrebataron los verano y por ello convertido en un pequeño monstruo (que yo no acabo de ver)...

Como siempre habría muchas cosas que contar, y como siempre, por una deformación profesional supongo, también incido de forma especial en todo lo que el libro dice sobre la lectura, los escasos libros, la biblioteca, el maestro, el instituto, factores todos ellos, que sin duda contribuyeron a forjar su personalidad.
En este enlace podéis ver algunas fotos con las páginas que el libro dedica a la lectura y las bibliotecas: http://on.fb.me/RAhHWP

Aún podéis comentar los que no lo hayáis hecho, pero esta misma mañana, empezamos libro nuevo, ¿vamos a por él?